La vida de los guardabosques del Parque de los Montes de la Vela (en una comarca imaginaria) siempre está ocupada. El cuidado de los recursos naturales, de la flora y de la fauna del Espacio Protegido; la gestión de las especies cinegéticas, los estudios que se realizan de animales salvajes protegidos y en peligro de extinción o la lucha contra el furtivismo, son todas ocupaciones que llenan los días de esa difícil vida. Como la de Bruno, un guardabosques con experienciai, que desde hace varios años sustenta su existencia en la protección de la vida en el Parque y en el cuidado del mundo natural, aunque nuevas situaciones vayan a propiciar cambios impensados.
La vida de los guardabosques del Parque de los Montes de la Vela (en una comarca imaginaria) siempre está ocupada. El cuidado de los recursos naturales, de la flora y de la fauna del Espacio Protegido; la gestión de las especies cinegéticas, los estudios que se realizan de animales salvajes protegidos y en peligro de extinción o la lucha contra el furtivismo, son todas ocupaciones que llenan los días de esa difícil vida. Como la de Bruno, un guardabosques con experienciai, que desde hace varios años sustenta su existencia en la protección de la vida en el Parque y en el cuidado del mundo natural, aunque nuevas situaciones vayan a propiciar cambios impensados.