Sólo los grandes escritores son capaces de crear el vació: un vacío seductor, terrible y hondo que antecede y se expande a partir de cada uno de sus textos. Nicolás Melini excava alrededor de estos doce relatos verdaderos abismos en los que la mirada se extravía sólo para encontrar en sí misma desconocidos vértices del goce y del dolor. Los cuentos de Melini extraen de lo real pequeños trozos, segmentos de subterránea intensidad, y los colocan en medio de la blancura de la página como irritantes manchas, como intrigantes imágenes que el lector condensa y completa. Literatura de primera línea, Nicolás Melini confirma en este libro que es uno de los mejores cuentistas de lengua española de este siglo que comienza. Porque sólo los grandes autores como él son capaces de armar un libro como este: fuego líquido, chispazos, quemantes resplandores, epifanías terrenales conectadas a un paisaje insular ajeno a la mitificación o a la visión adántica, pero próximo a la lucidez vital, al desgaste, al horror y al placer devorador que significa la existencia. Ju
Sólo los grandes escritores son capaces de crear el vació: un vacío seductor, terrible y hondo que antecede y se expande a partir de cada uno de sus textos. Nicolás Melini excava alrededor de estos doce relatos verdaderos abismos en los que la mirada se extravía sólo para encontrar en sí misma desconocidos vértices del goce y del dolor.
Los cuentos de Melini extraen de lo real pequeños trozos, segmentos de subterránea intensidad, y los colocan en medio de la blancura de la página como irritantes manchas, como intrigantes imágenes que el lector condensa y completa.
Literatura de primera línea, Nicolás Melini confirma en este libro que es uno de los mejores cuentistas de lengua española de este siglo que comienza. Porque sólo los grandes autores como él son capaces de armar un libro como este: fuego líquido, chispazos, quemantes resplandores, epifanías terrenales conectadas a un paisaje insular ajeno a la mitificación o a la visión adántica, pero próximo a la lucidez vital, al desgaste, al horror y al placer devorador que significa la existencia.
Juan Carlos Méndez Guédez