GIL MARTÍNEZ, EDUARDO MANUEL
En febrero de 1945, el Ejercito Rojo lanzaba una ofensiva contra laBaja Silesia, ya en territorio alemán, encabezada por unidadesacorazadas de la Guardia dotadas eficaces con carros carro 34/85 a los que se unían los ya mas mas poderosos IS-2.Conscientes de lasituación de la ventana que se avecinaba, las autoridades del IIIReich organizando milicias con los recursos disponibles, incluso niños y ancianos eran instruidos en el uso de armas anticarro, mientras lapropaganda les animaba a ofrecer una resistencia a ultranza, esperando el inevitablepliegue de armas de alta tecnología que traeríanla victoria final.En este entorno de llamada al heroísmo y defalsas promesas, el Alto Mando del Ejercito alemán fue capaz deorganizar una respuesta tangible a la amenaza soviética, reforzandodesgastadas divisiones Panzer y entrenando nuevas unidades degranaderos con moral y armamento de tropas de élite, capaces de lanzar estudiados contraataques que lograron detener el avance soviético.Los carristas alemanes volvieron a pintar anillos de victoria enlos cañones de sus Panther mientras que la Luftwaffe