Publicada en 1926, contiene ya todas las obsesiones de su autor (la locura, el erotismo, la poesía, la libertad, los sueños, el amor), a la vez que una crítica, pues también se enfrenta al movimiento dadá de forma satírica y cargada de humor negro.
Ni Breton ni Picabia ni Tzara, ni tan siquiera el propio Picasso, se libran de sus dardos envenenados, como tampoco ninguno de los «ismos» de la época (cubismo, surrealismo, comunismo), con sus respectivos lenguajes y manifiestos.