PÉREZ, JOSEPH
Pocas regiones han estimulado tanto la imaginación y el sueño como Andalucía. Puede que sea incluso la región de Europa donde las verdades y las leyendas han hecho en ocasiones más estragos en las mentes más eminentes. Se ha llegado a atribuir a toda España algunos de sus rasgos: los patios, el flamenco, Carmen, los gitanos, las corridas de toros, la arquitectura hispano-musulmana, la ficción de un espacio donde cristianos, judíos y musulmanes habrían vivido en armonía en la Edad Media... Adornada con los encantos exóticos de un Oriente también fabricado, esta entrañable región, ajena a Europa y casi africana, es una invención, la otra cara de la «leyenda negra» de España, de los escritores románticos franceses e ingleses, lo que no impidió que el nacionalcatolicismo franquista, con su rechazo a la Ilustración y al mundo moderno, mantuviera a su manera el mismo tópico de paraíso perdido. Incluso hoy en día, la nostalgia por una Andalucía supuestamente «comunitarista» sigue encontrado algunos ecos. La historia real, sin embargo, nos dice que su limites no se remontan más allá del siglo XIX y que es difícil argumentar que Andalucía haya conocido alguna vez la unidad. El pasado se articula en torno a tres polos, Granada, Córdoba y Sevilla (pero no Cádiz, una ciudad moderna que no se presta al exotismo...), con destinos muy diferentes. En cuanto a presentar la conversión/expulsión de los judíos y posteriormente de los moriscos como el episodio más significativo de la política intolerante de la monarquía española, es un anacronismo que la investigación histórica más reciente ha dejado en evidencia.