Emilia deja una vida ordenada en Buenos Aires y regresa a su pueblo natal en la Patagonia para asistir a un pequeño homenaje fúnebre por Andrea, una amiga de la adolescencia que murió cinco años atrás. La novela entera es un largo y atolondrado discurso dirigido a su amiga, algo parecido a una extensa carta que ya no tendrá respuesta. En ella, con la frescura y honestidad de las amistades adolescentes (más cuando nada puede desmentirlas ya), se explora toda una cartografía de extrañamientos y reencuentros que van del detalle minúsculo a los grandes relatos vitales que podrían (así parece al menos) ser otros de los que son.