WOLFEL
Entre las virtudes literarias de Ursula Wölfel destaca el sentido del humor con el que abordaba pequeñas historias cotidianas en las que los personajes -tanto animales como personas- protagonizan situaciones cómicas y sorprendentes. Su imaginación se movía en el terreno del nonsense, captando la atención del público con disparatadas ocurrencias.
La escritora frustrada que fue campeona de afilar lápices, la familia que no paraba de discutir hasta quedar congelada, el comportamiento surrealista del hombre tan extremadamente ordenado que recogía la mesa antes de comer, las anécdotas sobre una extraña enfermedad contagiosa o la (in)existencia del enigmático Plantocox son algunos de los disparatados relatos que dibujan una sonrisa en las lectoras y los lectores.
Novedosas y atrevidas, las ilustraciones de Neus Bruguera refuerzan el efecto sorprendente de las narraciones. Su propuesta gráfica es sintética y simbólica, de composición limpia, con un estilo que enlaza la poesía visual con el diseño a través de collages que logran un equilibrio perfecto entre textos e imágenes.
Con "29 historias dispa