SARALEGUI BENITO, MIGUEL
La relación de Carl Schmitt con España no había sido hasta ahora objeto de un estudio riguroso y pormenorizado. Esta relación es doble: académico-intelectual y político-afectiva. A veces estas dos facetas son contradictorias, otras, complementarias. Existe un Schmitt hispanista, interesado en publicar sobre temas españoles y en reflexionar sobre aspectos varios de la cultura española, desde El Quijote y Quevedo al papel que desempeña España en el comienzo de la Modernidad. Pero su vinculación afectiva y familiar con España, recurrente en el epistolario con su hija Anima, le llevará asimismo a esbozar una teoría de Galicia que, al igual que su Westfalia natal, imagina como un equilibrio entre tierra y mar, o a situar el origen de la guerra posmoderna sin forma en la guerra de la Independencia contra Napoleón. Los temas más conocidos de esa relación son tratados en este libro a una nueva luz. La identificación con Donoso Cortés permite extraer una conclusión para la interpretación de conjunto del pensamiento de Schmitt: Donoso es para él la cifra del decisionismo, un aspecto que se integra, no sin tensiones, en la cosmovisión de Schmitt como pensador del orden concreto. Su aproximación a Francisco de Vitoria resulta muy valiosa para entender su postura acerca de la guerra justa. En ningún otro sitio queda tan claro que para Schmitt la guerra justa es idéntica a guerra total y, por tanto, a la imposibilidad de la política. Por lo que hace a la relación de Schmitt con el franquismo, su supuesta afinidad ha de ser matizada, sobre todo a través de los intercambios que mantuviera el jurista alemán, aparte de con Alvaro d'Ors, con otros destacados intelectuales españoles (Díez del Corral, García Pelayo, Tierno Galván, Truyol y Serra...). Esta indagación permite, por último, valorar en sus justos términos el lugar ocupado por Schmitt en la tradición reaccionaria. La cultura hispánica, su literatura y su historia política influyen en Schmitt, lo modelan, ofreciéndole una nueva mirada periférica, lo cual quizá explique que, en un mundo político como el actual, cuyo centro es incierto, las posturas de Schmitt no hayan dejado de tener vigencia.