COLE, TEJU
Un joven médico regresa a su Lagos natal tras vivir quince años en Nueva York. La Nigeria de su infancia ya no existe; en su lugar encuentra una ciudad ganada por el consumismo, el desdén y la globalización. El espíritu del siglo xxi impregna el globo entero y de Manhattan a Lagos el mundo es una máquina bien engrasada,
siempre y cuando se disponga de dinero para pagar, ya sea el soborno del funcionario de la administración estadounidense que expide un visado, o el extra que el empleado de la gasolinera nigeriana se cobra por rellenar el depósito.
Cada día es del ladrón es una fábula sobre
la corrupción moral y política, un relato conmovedor
sobre el significado de volver al hogar.